Leoteca - Parte de Smartick

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Resultados de tu búsqueda: 7 libros

¿Qué es aprender? Los adultos estamos tan acostumbrados a dirigir y guiar a los niños que incluso creemos que les estamos ayudando. Con toda la buena intención, buscamos cómo rellenarles su día a día con nuestras propuestas y actividades de lo más interesantes y estimulantes para que no se aburran, para que aprendan mucho, para que tengan una buena educación… Desconocemos que les estamos distrayendo y alejando de su propio programa interno de aprendizaje. Y que cada vez esperarán más que les entretengan desde afuera en lugar de conectar con su escucha interna. Pero los niños vienen capacitados para guiar óptimamente su aprendizaje desde adentro. Si los adultos que los acompañamos así se lo permitimos… Cuando un niño empieza a ser guiado en lo que «le conviene» aprender, pospone su propio programa interno de aprendizaje y delega el desarrollo de su potencial de su plan de ruta en manos de los adultos. Los adultos se convierten entonces en «quienes saben», y tienen la responsabilidad sobre el propio aprendizaje. Un niño que desde siempre ha sido respetado en su libertad de aprendizaje es sencillamente capaz de escucharse y seguir los dictados de su corazón. Cuando un niño ha sido continuamente motivado desde el exterior, dirigido desde afuera, aprende a acallar su corazón y esperar indicaciones ajenas. Pero eso sucede desde la desconfianza de los adultos, según los cuales los niños vienen a perder su tiempo jugando y haciendo cosas que no les convienen. Como si jugar no se correspondiese con un sofisticado mecanismo evolutivo desarrollado por nuestra especie que permite elaborar y comprender el mundo de una manera sencilla y fascinante para los niños…

Una revolucion en la escuela

Cristina Romero

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Parece que la introducción a un escrito crece en responsabilidad, si piensas que son las letras que el futuro lector ojeará para decidir o no devolverte cerrado a la estantería. Sin duda es un aprieto, pues uno (en este caso una) intentó no quedar cara a la pared y espera la caricia del peso de unos ojos. Al menos soy consc iente de que hay quien no lee nunca las introducciones, por lo que su mirada irá a parar a cualquier rincón del alma, caso de que los libros tuviesen alma, algo bastante probable si pensamos que tienen también vida propia o, cuanto menos, capacidad de arrebatarnos la nuestra y sumergirnos en sus historias. Sinceramente, y para no hacer perder su tiempo a quienes vayan buscando otra cosa, diría que éste no es un ensayo científico, aunque sí con ciencia. Palabra que echa a andar, y a un salto de ella misma abre la máxima aspiración de quien suscribe: concienciar. Expresar, informar desde la ciencia. Favorecer una conciencia crítica es parte del compromiso que los profesionales de la salud tenemos con la prevención. Es nuestra responsabilidad en el hecho de transmitir conocimiento, sensibilidad y herramientas para evitar el sufrimiento humano, facilitando argumentos para que el cuestionamiento y el análisis permitan una toma de postura. A este libro ni se le ocurre la pretensión de ser un manual de exactitudes, más bien intenta ser un libro de imágenes. Tal vez, esta expresión más apropiada para una pintura que para un amasijo de letras, choque un poco aquí. Pero realmente éste ha sido el esfuerzo. La intención (no sé hasta qué punto conseguida) fue en todo momento construir a partir de las palabras una imagen visible del niño y la niña que están creciendo. El dicho una imagen vale más que mil palabras encierra una gran parte de verdad. Las cosas que cobran claridad, las ideas cuando se hacen evidentes, tienen una fuerza que nos penetra con profundidad. Nuestra verdad es aquello que vemos cuando miramos dentro de uno; por eso mismo nos constituye. Como persona y profesional tengo mis verdades, una forma de ver y concebir la lógica de los procesos en la salud o en la patología. Una manera de ente

Saltando las olas

Maria Montero-Rios Gil

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